Esta mañana, todos juntos, todos unidos, le
hemos dado el último "hasta siempre" a nuestra
Concha. Faltan palabras para expresar su esencia, pues era
un todo indescriptible, persona
excepcional donde las haya, pero sobran
sentimientos, sentimientos de amor, comprensión, dulzura, tolerancia ,
gratitud. Luz entre las sombras, agua en el desierto, rama cobijadora bajo el
sol abrasador y, aunque su propia luz se
haya apagado, nos seguirá iluminando al resto
desde allá donde esté. Nos
faltarán sus consejos, sus palabras de
ánimo y su mano cogiendo la nuestra, pero
seguirá por siempre entre nosotros. Hace dos días se fundió con aquello
que tanto amaba, la naturaleza. Se convirtió
en el viento que nos acaricia cada mañana, en el agua que nos reconforta y
calma la sed, en el pájaro que con su trino nos recuerda que el mundo es bello
a pesar de tener cosas feas. Su luz se apagó pero dejó encendidos varios
faroles para guiarnos el camino a seguir, un camino de piedras que endurecen
nuestros pies pero que, gracias a ella, podremos recorrer con mayor facilidad.
Habrá momentos de desfallecimiento pero buscando en nuestro interior
encontraremos las herramientas que nos
dio para picar las piedras y seguir
adelante. Miraremos a los lados del camino
y veremos un campo lleno de amor, plagado de bondad, brillante de
sabiduría, y ese campo será Concha. En cada flor, en cada fruto, en cada aroma,
allí estará Concha.
Hasta siempre amiga del alma, hasta siempre
porque NUNCA adiós.
Para Concha Hurtado Sánchez, “alma mater” del
Banco del tiempo y de tantas otras cosas
maravillosas más.
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